Con este inauguro una serie de artículos en torno a un tema que a todos en general, y a los psicólogos en particular, debería de preocuparnos mucho. Yo lo he llamado la visión o la perspectiva Egoica, y con él me refiero a esta concepción de que somos un todo autónomo e independiente, casi al parecer un sistema cerrado. Mi felicidad depende única y exclusivamente de mí, y todo mi equilibrio. Nada puede afectarme, yo soy yo y en mi tengo todas las respuestas, etc, etc… Es algo que iremos desarrollando con la excusa de artículos, noticias varias y otros en los que esté presente este tema, que dicho sea de paso, está muy presente.
Hoy me lo trae a colación para empezar con él una noticia, desoladora en mi opinión, referente a la situación en Suecia. Les invito a que la lean con atención. El modelo socialista sueco de los 70 desarrolló la idea de que el mejor camino hacia la felicidad de sus ciudadanos era la independencia. Este ideal de independencia se traduce hoy en día en que la mitad de los suecos viven solos, y uno de cada cuatro muere solo y nadie reclama su cuerpo. El artículo se desarrolla en torno a una película documental titulada “La teoría sueca del amor” del director Italo-sueco Erik Gandini.
El artículo nos habla de este documental y de las consecuencias de este ideal: soledad, aburrimiento, grandes dosis de infelicidad, aislamiento, depresión y una alta tasa de suicidio a pesar del bienestar económico.
En algún momento sobre los 70 se empezó a gestar con fuerza esta visión del individuo como algo autosuficiente y autónomo. Se desarrolló esta idea incluso a nivel emocional, de que somos los creadores en solitario de nuestro equilibrio y felicidad, los otros, nuestros semejantes, son sólo un espejo o algo circunstancial a lo que nos pasa, lo que nos pasa nos pasa porque así tiene que ser y era nuestro sino, no interviene nadie en tu destino ni en tu camino. Pero a mi me parece que esto es un error descomunal, y que los seres humanos estamos entrelazados, conectados y en constante flujos entre nosotros, influyéndonos. A mi me parece que venimos genéticamente diseñados como animales sociales y que la felicidad es ahí precisamente donde más se cifra.
Ante mi mirada en el espejo, me parece más rica la mirada del otro, frente a mí.
Ya ha habido incluso distopías sobre esto, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, por ejemplo. Un mundo perfectamente organizado y próspero y sin embargo, deshumanizado.
Aquí nos habla del documental su director a partir del minuto 8