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querer y desear

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Querer y desear…¿conoces la diferencia?

Estas dos palabras requieren una matización aunque pueda resultar obvia. Pero querer y desear no son lo mismo.

Desear es nuestro motor básico, nuestra raíz que nos nutre, que nos impulsa. Básicamente, de origen, somos seres deseantes. La característica básica del deseo es el impulso de movernos, de alcanzar, y se activa hacia diversos objetos, objetivos, personas.

                Querer es una decisión, por tanto apela a nuestra condición humana excepcional. Los animales, podríamos decir (sin querer entrar en polémicas), desean, pero no quieren. Siguen un impulso de movimiento, establecen fidelidades, cariño, costumbres, que están profundamente atadas a su deseo.

La raíz indisoluble entre deseo y vida de animales y niños es lo que nos los hace tan envidiables, quiero decir que esa pureza con que los niños y animales viven sus vidas, sin fisuras, moviéndose al son de sus deseos, es atractiva porque no hay responsabilidad ni decisión. Nos resulta tan atractiva porque nuestra parte animal DESEA ganar y que no seamos libres, para dominarnos con sus impulsos.

                Pero ni somos niños ni somos animales irracionales. Somos seres humanos, y nuestro rasgo distintivo es este híbrido entre desear y querer.

Deseo y voluntad

                La realización existencial está en un equilibrio entre deseo y voluntad, o mejor dicho, no es tanto un equilibrio sino un buen entendimiento entre nuestros deseos y nuestro proyecto de vida, lo que queremos ser. Esto nos obliga a dos cosas que son difíciles. Por un lado, tenemos que saber estar en contacto con nuestros deseos. A menudo en nuestro camino nos desconectamos de ellos, fruto de la exigencia o imperativos que nos cortan esa raíz de la que va a venir nuestra energía. Un hombre o una mujer sin deseos, es un zombi, un robot. Por tanto, no hay que perder nuestra conexión con ellos, con los antojos, los caprichos, los arrebatos, las ilusiones, ese pronto que nos rompe la rutina.

                Pero a la vez, parte de esos deseos aunque podamos sentirlos, han de ser abortados. No hay otra manera. Y el filtro que decide segarlos es el desarrollo de nuestra voluntad consciente, nuestro compromiso vital. Nuestra línea de vida. Hay también, y no son pocos, quienes son víctimas (sí, víctimas) de sus deseos, que los llevan y los traen, los sacuden. Los deseos no suelen traer narrativas de continuidad, eso es muy raro. Son una corriente que nace y o se retroalimenta a sí misma en su capricho (e: adicciones, hábitos tóxicos que nos vacían o roban nuestro tiempo) o se extingue para pasar al siguiente deseo que brota como un geiser.

                El compromiso existencial, vertebrado sobre estos dos conceptos, es lo que va a definir nuestra libertad. Quiero decir que eres tan libre como eres capaz de hacer que se entiendan deseos y voluntad. Si pierdes tus deseos estás muerto, pero si ellos te manejan sin decisión por tu parte, tu vida carece de sentido.

Querer y desear en el amor

                En el amor, confundimos mucho desear con querer, y más últimamente. Por eso se han vuelto efímeras y líquidas las relaciones amorosas, porque están sujetas solo al deseo. Es muy simple, puedes desear muchas cosas, puedes desear y deseas a otras personas; pero eliges una porque forma parte de un compromiso de vida, de estar, de existir y realizar. Parece que eso entraña perder el deseo, pero entenderlo así es un error en realidad, uno que corta el entendimiento entre deseo y voluntad. Quiero decir que hay quien solo ama sin voluntad, merced a su deseo, sin saber que eso no es amar; igual que hay quien ama sin deseo, amparado en la comodidad, la seguridad y ese mundo de las apariencias. Vacío de deseo el amor no existe, es solo costumbre y miedo.

GUÍA PRÁCTICA para trabajar con querer y desear

                Si sientes que has perdido el deseo es posible que hace tiempo que desconectaste de él en tu proyecto, que lo convertiste en rutina o pura voluntad por miedo o costumbre. No sigas esforzándote, vuelve a buscar ese deseo en lo que haces. Y si no lo encuentras, haz otra cosa que venga de otro deseo y empieza con él. No elijas ser un zombi.

                Cuando mires atrás y te parezca que tu vida es un ir y venir de una cosa a otra, que parece una montaña rusa que empezó como algo excitante pero ya cansa, que no haces más que repetir una serie de actos que no puedes evitar por un impulso, un deseo, pero luego te dejan vacío e insatisfecho, es hora de comprometerte. Ha llegado el momento de empezar a decidir quién quieres ser.

                Una palabra expresa nuestra buena relación entre deseo y voluntad, entre desear y querer. Cambio es la palabra, esencial en psicoterapia, fundamental en la vida. Somos como pequeños veleros que navegan de una isla a otra en un inmenso océano. El viento en las velas es el deseo, la voluntad es el timón que marca la dirección, el cambio es el timonel, que decide bajo la consciencia de lo que está pasando cambiar el rumbo o corregirlo.

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