Recientemente he publicado un podcas titulado Sueños rotos, en el que reflexiono a través de la música sobre la pérdida de la inocencia y el despertar de la conciencia.
Lo puedes escuchar en el siguiente enlace:
Sueños rotos, el despertar de nuestra conciencia
In a broken dream ROD STEWARD
El despertar de nuestra conciencia, nuestro verdadero nacimiento como persona, no aparece hasta que se nos rompe el sueño de la infancia, hasta que por algún lugar se quiebra la inocencia. Nos abrimos al mundo solo cuando lo vemos, lo que hace inevitable tarde o temprano el vernos a nosotros mismos. Desde ese momento en la vida, mientras vivimos, nos estamos viendo. Como un reflejo. Como un fantasma.
Es cuando empieza el terror, es cuando aparecen las verdaderas preguntas.
El sueño se ha roto, aparece la existencia.
Theresa Gabriel Yared
Siempre nos acompañarán esos trozos rotos de nuestro sueño, de nuestra infancia. Y esa fractura inaugura la melancolía.
La melancolía como un deseo de regresar, de liberarnos, de ser como antes, de una pieza. Poder revivir aquella tarde jugando en la calle, la merienda de pie, saltando de un pie al otro, el frenesí de regresar al juego, dormir con esa entrega absoluta con que duermen los niños.
La primera fractura del sueño es esa: comprender que la luz que se nos ha colado dentro es dolorosa y nos pide ser responsables de nosotros mismos. Algo… de lo que antes no sabíamos nada.
Confortably Numb Pink Floyd
Vamos a manotazos, iluminados a veces, durante la adolescencia, y al mismo tiempo, comenzamos a desensibilizarnos de la vida, de tanta luz. Se inaugura la disociación como arma de defensa. Es ahí, donde aprendemos a vivir, confortablemente insensibles.
Confortablemente insensibles, que es otra manera de buscar cómo no vivir, porque no sabemos cómo hacerlo.
A ratos caemos, a rato despertamos, y luego, nos volvemos a desconectar. Nos ocupamos de la vida, pero esa ocupación tiene algo de vano, fútil. Finalmente, en el momento más inesperado, en el momento más inoportuno: aparecen siempre las últimas preguntas: ¿Por qué? ¿Para qué la vida?
Pink Floyd nos habla del recuerdo cuando niños y tuvimos fiebre. Porque son los estados alterados de conciencia donde está escondida o atrapada, la verdad. Lo que significa que para ahondar en la vida hemos de romper su normalidad siempre. Esto conlleva admitir el miedo, el dolor, la angustia existencial de nuestra condición, siempre en reformas, siempre en construcción.
Concierto para oboe in C minor Benedetto Marcello
Una de las principales raíces de nuestra consciencia, de nuestro despertar, es la experiencia de la soledad.
Porque todos estamos solos en el mundo. Incluso cuando se rompe el sueño en pedazos, hay dentro otro sueño, y dentro de él otro, y cada uno, somos nosotros mismos, incapaces se diría de crear un enlace definitivo con el universo, con el otro.
A medida que profundizamos en nosotros, según vamos construyendo nuestro yo, crece de alguna forma nuestra soledad. Es como ser más y más, y a la vez menos.
El cuchillo que nos abre para desvelar nuestra identidad es el mismo cuchillo que nos desgarra con el dolor de la soledad. Una soledad que viene de comprender que no logramos conocernos plenamente ni a nosotros mismos, por tanto, qué vana ilusión es esa de que nos conozcan nos comprendan, nos acepten, nos amen.
Dormi Amore Adriano Celentano
Y entonces, aparece el amor.
El amor como un nuevo sueño. Una mezcla de fusión, abocamiento, pasión, entrega, olvido de uno mismo, descubrimiento súbito y total del otro.
Alguien se cruza en nuestra vida y la abre, la ciega con su intensidad. Como un viejo violín que no sonaba y que encuentra el arco perfecto, ese que saca la melodía precisa.
El amor nos apunta a la solución, pero es todo tan frenético, tan apasionado. Y además está la carne. Como si al amar la carne se conectara completamente a nuestra experiencia del vivir, nos atravesara, nos recordara que somos cuerpo y solo eso, y que es fantástico, sublime.
El placer irrumpe y hace desaparecer la sombra de nuestro sueño roto. En el placer no hay desdoblamiento, si no fuera porque siempre acaba.
Porque el placer se acaba, y el amor. Luego, vuelven nuestros pedazos, a los que añadimos pedazos nuevos, la sensación de haber amado una ilusión, la decepción de no saber realmente a quien amamos, el dolor de no saber si nos amaron a nosotros realmente o fue todo vanidad.
In a broken dream II Rod Steward
Y regresan los sueños rotos, la soledad, la travesía de la vida. A veces insensibles, otras ocupados. Y en algunos momentos, el filo de los restos de nuestros sueños rotos susurrando a nuestro oído que nos toca hacer algo con nuestra vida.
Y pasa la juventud, donde todo era confuso y vívido a la vez. No es suficiente perder la inocencia en la niñez. Cuando avanzamos, descubrimos que la juventud es una nueva forma de inocencia, donde creemos porque nos aferramos, levantamos castillos de arena, nos abrazamos a las ideas, buscamos una identidad, pero con desesperación y a la vez con la inocencia de creer que somos los primeros en descubrir todo eso.
Meno Ektos Elefteria Arvanitaki
Cuando nos hacemos adulto aparece otra manera de estar en el tiempo. No está claro y depende del caso, si es aceptación o resignación. Pero de alguna forma tendemos a instalarnos en la vida.
Ansiamos la paz, empezamos a vivir los momentos comprendiendo que va a ser lo único que tengamos como testigo de que hemos vivido.
Si hay suerte, si tu adulto ha logrado un buen asiento en su camino, descubres la amistad, el amor sereno, maduro,
El nuevo miedo del adulto con sus sueños rotos, en el fondo, son los hijos. De alguna forma, no sé si inconsciente o premeditada como una apuesta por la vida, como una afirmación de que sí tiene sentido todo este camino, traemos alguien al mundo. Sin tener respuestas definitivas, simplemente caminando, tan solo con el aliento de la existencia. Los bolsillos siguen vacíos, y las manos abierta, pero esa decisión nos cambia, nos lanza a la vida un poco más.
Koyanisqatsi Philip Glass
Llegados a una determinada altura en el camino es cuando, si ha habido suerte, si hemos enfrentado las grandes preguntas, alcanzamos cierta sabiduría. Y a la vez eso no nos ha impedido tratar de vivir. Hemos amado con todo, nos han dolido las entrañas, el miedo nos despertó entre lágrimas bañando la almohada, la soledad ha sido a veces nuestra sombra.
Todo eso ha estado, pero también la risa como un relámpago, el sabor dulce de los alimentos, el abrazo del hijo para entregarse al sueño, la caricia en el rostro del ser amado, la mirada tierna y envejecida de nuestra madre.
Eso es todo, y no es poco. Un verdadero tesoro. Habitar las preguntas, poblar la vida. Soñar, despertar, volver a soñar, y finalmente: vivir.
Nuestro camino es un camino de crecimiento, y en él, los sueños rotos son la mejor forma de pasar los cruces de la vida, llevando con nosotros en una bolsa sagrada los restos de esos sueños, para componer el puzzle de nuestra vida.