Ya hace un tiempo que Neurociencias, y antes antropología y Atapuerca han marcado una realidad a tener en cuenta: antes que racionales e inteligentes, lo que nos define es nuestra sociabilidad, nuestra interdependencia, nuestra cooperación. Aunque parezca mentira. De hecho, tal vez parte de los grandes males como guerras y dominación son una parte patológica en términos globales de esa socialización, puesto que funcionamos por grupos, por clanes. Yo protejo mi clan, me vinculo a él, frente al mundo e incluso los otros. Pero en su evolución histórica el hombre ha descubierto la importancia de tener una apertura a ese otro, cuánto eso puede reportarle.
Por tanto, somos sociales y nos define la comunicación y la necesidad de conectar. En un constante desarrollo de ahí creamos las máximas profundidades del ser humano: la intimidad, el amor, el altruismo y la compasión.
Desde muy temprano, para avanzar, sentirnos seguros y poder explorar el mundo nos acompaña la presencia del otro, que nuestro cuerpo puede detectar, a través de los sonidos, del corazón.
Mirad qué hermoso vídeo!
http://www.youtube.com/watch?v=l3klcuLDDio
Desde tan pronto es el otro, la madre, el padre en segunda instancia, quien nos afirma y anima, quien nos da la seguridad necesaria.
Necesitamos un corazón cercano!
La música es una extraña creación, tal vez uno de sus sentidos sea ése, darnos presencia, darnos al otro transfigurado desde lo que nos llega en el aire, en las ondas. Indescifrable.
He encontrado un hermosísimo ejemplo de conexión en circunstancias muy difíciles. Ocurre cuando una niña ciega y con autismo se encuentra con un músico callejero y busca sacar el sonido de una canción que conoce en su guitarra. Me maravillan y sobrecogen, ambos. Ella, tratando de crear algo que le evoca y sitúa en el mundo, que la emociona o le da significado y lugar, al hacerlo, como nos pasa a todos al producir cualquier cosa en el mundo real. Y él, que es capaz desde su empatía de dar espacio, acompañar y emocionarse compartiendo la canción y el momento de felicidad y encuentro.
No se me ocurre ni encuentro ejemplo más hermoso para recordaros que somos conexión, y que buscamos significarnos y sentirnos en el otro.
