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En una impactante escena de la película Dr. Strange (Spoiler!), la maga maestra en una lucha resulta mortalmente herida. Se trata de una mujer que ha vivido muchos siglos, y sin embargo, al comprender que va a morir con sus poderes ralentiza el tiempo tanto como puede y ella misma dice mientras contempla en éxtasis una tormenta: “El tiempo es relativo, creían que después de todo este tiempo estaría preparada y mírame, estirando un momento mil veces para ver esta escena”.

Este momento me resulta de una singular belleza, en alguien que ha vivido tanto tiempo hay un apego a la vida y una mirada de esta, una mirada en parte desde fuera ya, en parte en plena comunión con el hecho en si (los rayos naciendo y creciendo, el cielo estallando en blanco por la luz, la lluvia atrapada en el tiempo como diamantes flotando, un helicóptero estático en el cielo nocturno).

Sobre un continuo nos movemos entre la acción y la contemplación. Quiero postular que la vida sin acción es un vacío imposible de sentir ni aprehender, pero que el rasgo distintivo del ser humano, lo que nos distingue, es la contemplación. Una mirada consciente de la vida, de la realidad (sea esto lo que sea), con un algo de extrañeza y distancia y ala vez con ese profundo anhelo de que el poder de la mirada pueda captar internamente el curso y el significado de los hechos.
Le pregunté a mi amiga y médico: cuando los pacientes están ya en una fase final, desahuciados, a qué tienden, a la acción o a la contemplación? Y ella me contestó sin dudarlo: tienden a la contemplación.
Creo que para todos es familiar ese movimiento de contemplación, y sin embargo, en que extrañas luchas y desencuentros vivimos con él.
Hay dos formas básicas de escapar de la contemplación, pues ésta tiene si no la miras de frente y preparado algo angustiante, ya que el tiempo pasa y todo se desvanece. Una es la apuesta evitativa por la acción. Ahí es donde procuramos estar siempre ocupados, en flujo, en atención e implicación con todo lo que hacemos, puestos en la piel de aquello que la vida nos pide o a lo que ponemos intención. La otra apuesta, neurótica es la disociación en un no-estar: largas horas de televisión, drogas, alienación en un hobby, neurosis obsesivas de muy diversa índole que nos mantienen en una lucha que proporciona ese placer de segundo orden: aún angustiado y ansioso mi vida tiene el sentido de la lucha con mis fobias y obsesiones.

No se ha dicho lo bastante que un índice no sólo de salud mental, sino de crecimiento, es la capacidad contemplativa con la vida, con la realidad, con los hechos, la memoria y las vivencias. Esa extraña y exclusivamente humana capacidad para asistir como un espectador privilegiado a la vida, a la mente, a las emociones. Un complejo ejercicio en el que estamos conectados a eso que podemos ver o revisionar, donde podemos reacceder incluso a emociones guardadas en nuestro fuero interno. No estamos dentro de ello, no estamos fuera, no es consciencia como luz para ver y analizar, sino que es la capacidad desde la conciencia, integrando cuerpo y alma, de entrar en conexión con la visión de la vida.  La contemplación no es ni análisis ni un ejercicio racional, una muy extraña característica suya sería que ve sin ver y conoce sin conocer, pues se mueve desde una mirada holística, integral, Gestalt, universal, mística en cierta forma.

http://www.youtube.com/watch?v=ChwIFGxJTgc

La contemplación lograda incluye y vibra en gratitud, compasión y plenitud. Estos aspectos son definitivos para enmarcarla.
Por ello, es importante la contemplación.

P.D.I: aquí hago una redefinición del término contemplación. En su primera acepción no es sólo ver detenidamente la realidad cuando es placentera, sino en si, como tal, y en una ambiguación del término realidad que sobra decir, puesto que la realidad es ambigua o difícilmente definible. En su segunda acepción tampoco si hablamos de mirada y reflexión serena e ÍNTIMA, DETENIDA, PROFUNDA, pero no usamos el concepto de divinidad, aunque en la misma perspectiva de ambiguación de ese término (Divinidad), tal vez es la propia contemplación como hecho lo que diviniza, al poner en un altar lo que se contempla.

P.D. III: la contemplación es una extraña y particular máquina para jugar con el tiempo, pues puede de alguna forma detenerlo, y traernos un tiempo pasado y hacerlo vivo. Igualmente, más extraño en verdad, nos puede permitir una forma de contemplar posibles futuros o contrafácticos.

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