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Apego mostrado en un abrazo entre dos monitos

Tabla de contenidos

En este artículo voy a hablar de apego, pero en realidad hablaré de otra cosa también. De algo que necesito explicar y defender a la hora de hablar del apego. Me estoy refiriendo a la sintonización emocional, o si lo preferís, autenticidad con uno mismo.

            Ya hace mucho que oigo que la palabra apego se ha convertido en una palabra tóxica, negativa, algo a evitar. Lees comentarios o ves escritos por las redes y todos hablan de que el apego es malo, la causa de todos los sufrimientos. La solución es desapegarse, no apegarse a nada, la independencia.

            Hay varios troncos que articulan mi manera de entender la terapia. Uno, muy común, es el análisis (¡ojo! No el psicoanálisis, eso es otra historia). Analizar es un proceso que puede parecer a veces sencillo y otras no tanto, depende por donde nos lleve. El primer análisis es sencillo, aunque requiere perspicacia y orden mental. En él separas y vas mirando uno a uno los elementos que tienes en el asunto que analizas. Es un análisis que ordena, pone mirada en el tema, esclarece. Luego se producen las relaciones entre lo dicho y lo que uno sabe del paciente (esto a veces lo llamo la relación entre el eje horizontal (lo que va pasando) y el eje vertical (lo que pasó en tu vida atrás).

            Este párrafo tiene la función de explicar qué es terapiabierta y mi análisis de por qué la palabra APEGO se ha convertido en algo negativo, tóxico.

¿Qué es el apego?

         Claramente las personas en no poca cantidad tienen problemas con el apego. Pero, ¿Qué es el apego? ¡Aún no lo hemos dicho!

            Podemos brevemente definir el apego como una vinculación afectiva intensa, duradera y particular con alguien (o algo, por cierto, que también nos apegamos a cosas e incluso a recuerdos). Principalmente se consolida entre dos individuos con sus acciones mutuas. Persigue la presencia y es un apoyo en momentos de inseguridad o necesidad afectiva.

            El apego es algo constitutivo nuestro, es decir, viene inscrito en nuestros genes. Ya se demostró hace mucho con las relaciones objetales y aquel experimento con monos. Se suponía que un mono se relacionaba con su madre por el alimento que esta le daba. Sin embargo se realizó el siguiente experimento: se ponían dos muñecos simulando ser madres de un monito bebé. Un muñeco era de alambre frío y le proporcionaba siempre leche al bebé en horas determinadas. El otro no le daba alimento NUNCA, pero era de piel de mono (¡pobres monos de experimento!) y estaba calentito. Pues bien, cada vez que el mono tenía hambre acudía a la figura de alambre y comía. Pero luego acababa siempre buscando apoyo y confort en el otro muñeco, que era lo más parecido a una madre que tenía.

            Es decir, ese muñeco no le proporcionaba nada objetivamente útil para su vida, pero era donde el bebé acababa.

            Por eso me hacen gracia esas afirmaciones en las que se dice que uno está en una relación si le aporta, para que sume. ¿No os parece que hay mucho egocentrismo en eso? Y falsedad, porque ¿cómo mides realmente lo que te aporta o suma una relación? ¿Cómo mides el amor, el cariño, la presencia y disponibilidad emocional?

            Así que esta prueba define que nacemos diseñados para apegarnos. Debido a esto, buscamos el apego como forma de conducirnos y estar en la realidad. Más que racionales, los seres humanos quiero recordaros que somos animales sociales. Pero entonces, ¿cómo es posible que el apego se haya convertido en algo tóxico?

Formas de pensamiento que han propuesto el desapego como vía de felicidad.

Una es el budismo. En él el desapego es una forma de alejarse de la vida mundana, del cuerpo físico y este mundo para estar en un lugar de elevación espiritual. Es decir, el desapego es un camino de perfección del espíritu que va a otro nivel. Es un tema religioso y no nos interesa aquí.

            La otra forma tiene que ver con la SOCIEDAD LÍQUIDA. Pero, ¿esto qué es? La sociedad líquida es un concepto elaborado por Zygmunt Bauman que se refiere a un nuevo modelo de relación social derivado del capitalismo y la sociedad de consumo. En él las relaciones se aflojan y pierden vinculación, consistencia. Crece la cultura del yo, hay relaciones pero son muy fluidas y tan pronto van como vienen. Es una cultura del consumo y el aislamiento individual lo que desarrolla la sociedad líquida. A mi entender como psicoterapeuta es una cultura de la insatisfacción destinada a convertirnos en personas ansiosas y necesitadas de llenar ese vacío, en nuestro aislamiento sin vínculos profundos, con artículos, ropa, móviles, gadgets, etc.

            La sociedad líquida nos lleva a esto, y ha permeado perfectamente en todos estos comentarios que decía, estos memes, libros de autoayuda que consideran el desapego la solución a todos nuestros problemas emocionales. Consideran esto pero a mi entender van en la dirección contraria para arreglar las cosas. Porque el camino es aprender a construir relaciones sólidas, fieles, consistentes, de apoyo mutuo y presencia.

Lazos, enlaces y vínculos

Ahora se tienen lazos, y se vuela libre, con contactos esporádicos (entre amantes, amigos, familia). Tal vez nos hayamos liberado con los lazos (no lo creo) pero para ello hemos sacrificado la más elevada forma de relación humana: la vinculación, que nos permite superarnos como ninguna otra a través del compromiso, la significación en el otro, la presencia, la estructura social que nos hace red humana. En el camino de evitar los lazos, hemos perdido la capacidad de ser parte de un ENLACE.

Un lazo es una atadura o nudo que se suelta fácilmente tirando por uno de sus cabos (este es uno de los mecanismos de destrucción de los vínculos, el poder romperlos sin más unilateralmente, sin compromiso emocional).

Un vínculo, sin embargo, es una relación que no puede romperse fácilmente, incluso cuando uno de ellos necesita salir de ella. Y no salir fácilmente no significa tener una mala semana de lloriqueos y malestar y a la siguiente o el mes siguiente estar en otra relación o en otra cosa.

Romper un vínculo daña a ambas partes inevitablemente y si no es que no había vínculo real de los dos.

Los lazos envuelven algo, son apariencia, adorno, pero no tienen contenido real.

El lazo es la presentación del vínculo y lamentablemente es lo que nos viene quedando últimamente.

Un vínculo es un ENLACE, algo muy diferente a un lazo. Un enlace en sus uniones da un sentido superior a los átomos, y a las personas, convirtiendo sus cualidades en moléculas (o relaciones) que son superiores en organización, capacidad y vida.

Desde TERAPIABIERTA, y más allá de la clínica o de la ayuda sanitaria a afecciones concretas, la terapia se postula como humanista, osea, existencialista. Ser existencialista es establecer un compromiso con nuestra vida, decidir, e implicarnos en lo que decidimos.

Es nuestra responsabilidad saber enlazarnos, saber crear verdaderos vínculos que nos impliquen y signifiquen, trascendiendo nuestra individualidad.

Los átomos, como los individuos, nacieron de las estrellas y son algo precioso. Los enlaces crearon la vida y con ella la consciencia, las emociones, nuestro existir.

Un lazo no es más que el encuentro de dos átomos barridos por el viento.

Consideraciones sobre la sociedad líquida y el apego

Una de las pretensiones de la existencia líquida es precisamente librarnos de nuestra libertad. Parece paradójico hoy que se reivindica al individuo y su poder hacer a su antojo, sin ataduras, en su particularidad. Pero la libertad no es antojo, sino decisión y compromiso con un propósito. Y no hay libertad sin relación profunda, algo que a estas alturas parece una declaración provocativa y sin embargo debería ser una obviedad.

La sociedad líquida triunfa porque nos está despojando de nuestra libertad liberándonos del precio que hemos de pagar para tenerla: la responsabilidad. Somos responsables de nuestra vida. Hemos de decidir, apostar por algo, crear significados, construir relaciones, saber estar en ellas, marcar límites, dar lo mejor de nosotros, a veces sacrificarnos por otro (esta palabra a muchos les escandaliza pero olvidamos que muchos padres y madres saltarían para ponerse delante de la bala que va hacia su hijo).

No considerar el apego como algo propio, para lo que venimos genéticamente diseñados, una esencia a desarrollar, es errar nuestro destino. Y no solo eso, sino que ese camino está condenado al fracaso. Vamos a la sociedad de la ansiedad y la depresión, el aislamiento, la falta de sentido y una vacuidad exasperante en medio de la mayor riqueza de contenidos que la humanidad ha tenido nunca.

El idealismo y la realidad

Eso quería explicar también. Antes de proponer una idea para crear con ella una forma de vivir, hemos de asegurarnos de que nos reconocemos en ella como humanos. Lo digo porque veo a menudo que se hace al revés. Se propone una idea, una técnica, un hacer, que no está conectado con lo que verdaderamente somos. Y eso está condenado al fracaso. Una idea que no tiene raíces en la realidad de lo que habla es idealismo, algo condenado a imponerse para aplastar la realidad. No contacta con lo que está ahí y es real. El idealismo es uno de los mayores enemigos del existencialismo, del humanismo y del hombre. De hecho ha causado millones de muertos.

Mi proyecto Rompe los moldes y el apego

Por eso estoy desarrollando con la mayor ilusión mis moldes. Para comprender que estamos marcados, condicionados, por una serie de estructuras emocionales que van a empujarnos. Una de esas estructuras, de esos moldes, es el apego, sin duda. Cuando tratamos de vivir ajenos al apego, o considerar que es algo que podemos controlar y dejar fuera de la ecuación, el fracaso está garantizado. Es mucho mejor camino mirarlo de frente, conocerlo, identificarlo en nosotros y desde ahí decidir, hacer nuestro camino. Ese, sí será un camino de autenticidad, de realización, de logro.

Por eso también mi curso ROMPE LOS MOLDES no es un curso más de coaching para el cambio. Alberga en su raíz un cambio personal, un autoconocimiento. Es un curso que está orientado a que logres una meta personal, y aún sin meta definida el curso será un éxito porque te habrá hecho trabajar sobre ti mismo, lo que eres, y te habrá dado una visión profunda de esos aspectos que constantemente nos están moldeando, pero que ignoramos.

En ese sentido me gusta este curso porque es subversivo. Es decir, muchos cursos de coaching nos alejan de nuestra esencia, proponiéndonos un camino de esfuerzo que es un camino de alejamiento de nuestra esencia para ser otra cosa. Y eso me suena a sociedad líquida y a lazos para envolver el vacío. Esos cursos logran, cada vez que fracasamos en ello, dejarnos más vacíos y desconectados, por no lograr las propuesta, el idealismo, nos alejan de comprender lo que somos.

Este curso en cambio va a buscar lo que nos late dentro y en lo que estamos para construir desde ahí, aceptando para cambiar, pero desde la raíz. El camino de esfuerzo es acompañando lo que somos y al final seremos nosotros mismos, pero realizados, que no es fácil ciertamente. Porque todo esto de la sociedad líquida y los lazos funciona porque no es fácil ser adulto, crecer y madurar.

Conclusiones

Cualquier psicólogo que se precie mínimamente sabe estas cosas que digo. No soy ningún iluminado. Todos los psicólogos serios estudian el apego y conocen sus profundas implicaciones y como nos condicionan y marcan, sobre todo en la infancia. Conocemos las profundas heridas del apego. En el idioma de un psicólogo el desapego no es una palabra que tenga demasiado sentido. Vendría a ser como si la solución a la tristeza o la ansiedad fuera procurar no sentir nada, eso exactamente.

Reflexionad sobre estos temas, crezcamos y configuremos una sociedad donde nos miremos de frente, comprendiendo que somos seres de enlace, que nos vinculamos, y que la mirada líquida nos hace sufrir, nos daña, y nos impide una vida cierta, profunda, integral.

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