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PARALIZACIÓN VS HIPERACTIVACIÓN

Decía Romain Rolland, no sin ironía, que hay dos tipos de personas: las que dividen al mundo en dos y las que no lo hacen. Con ello ya se definía a sí mismo. En realidad, no ignoraba que la realidad es mucho más compleja que esa división. Lo que ocurre es que su afán de verdad le hacía buscar al menos unos ejes sobre los que orientarse. Somos maniqueos para luego desdecirnos y romperlos, y en ese proceso atrapar un poco de verdad, de luz, de sentido. Es algo necesario, sobre todo al meternos en temas de calado, como la relación entre experiencia y existencia: el sentido de la vida.

He dividido con esa simplificación muchas veces a las personas y a mis pacientes en dos: aquellos que se encuentran paralizados con la vida y aquellos que no paran de hacer cosas.

Los pacientes, en sus heridas emocionales, van experimentando, al moverse con la fuerza natural de la vida, que la vida les duele y resulta difícil. Y si no, es un bucle ansioso para alcanzar la sensación de haber vivido, que nunca llega por más que se haga.

EL DAÑO Y SU RELACIÓN CON LA EXISTENCIA Y EL VIVIR

No hay persona dañada a la que no le cueste vivir.

La vida se torna un cruce entre periodos de normalidad y de repente, un descarrilamiento y sentir que la tierra se abre bajo tus pies. Y ahí, resulta difícil ocuparse, hacer, tener experiencias.

Otras personas también están heridas. Pero debido a su estructura, su autoexigencia y un aprendizaje en sus vínculos primeros, han aprendido a sepultar lo que sienten. El problema es que para sepultar ese cadáver del dolor nunca hay tierra suficiente y se mantienen ocupados echando tierra y más tierra, para que el cadáver no quede a la luz. Son los hiperactivados. Personas a las que les cuesta pararse, estar sin hacer nada, perder el tiempo. Necesitan un programa de actividad constante. Necesitan distraerse, ocuparse con la vida.

Lo que he podido averiguar en consulta es que las personas paralizadas sufren indeciblemente de varias maneras, y una es la de no poder hacer, no poder tener una vida. Necesitan, pero no pueden, ocuparse, cumplir con un propósito. Permanecen como estatuas, con un corazón latiendo por vivir dentro de esa piedra inmóvil. Y sin embargo, cuando me encuentro con personas que son muy activas y tienen una vida llena de experiencias, compruebo que me cuentan que la ansiedad las ha invadido. Han acabado por no encontrarle sentido a la vida, sienten un creciente vacío con todo lo que hacen. Fieles a su estructura, aceleran ese frenesí, pero el resultado es cada vez peor.

Tenemos pues aquí una difícil relación entre experiencia y existencia y el sentido de la vida.

EQUILIBRIO: LA RECETA UNIVERSAL PARA LA CORDURA Y LA SERENIDAD

Lo que los psicólogos hacemos en principio, de sencillo, resulta obvio, casi sonrojante. Parte importante de la terapia consiste en ir a lo básico. Es como si para desmontar y volver a montar lo que sentimos y vivimos, para poder entendernos, hubiera que descubrir todo por primera vez de nuevo. Y por eso, creo y mucho en una terapia de lo obvio, de la ingenuidad y de la lógica deductiva.

Lo que hacemos es proponer un equilibrio entre el Hacer y el Parar.

Decían los chinos: duerme 8 horas, trabaja 8 horas y vive 8 horas.

Un paciente me decía el otro día que su trabajo era su vida y que en él era feliz. Fuera, no tenía apenas nada. Ahora trabajaba hasta 14 horas, fines de semana también. ¿Qué hay de malo en ello?, me preguntaba. Yo pensaba en sus recientes ataques de pánico, en su ansiedad-depresiva, sus traumas del pasado. Pensaba en relaciones siempre mediadas por lo laboral y cómo eso condiciona el vínculo que establecemos. Pensaba muchas cosas, y trataba de hacerle ver alguna de ellas.

Hemos de saber PARAR, y si nos cuesta, es nuestra área de crecimiento. Hemos de saber OCUPARNOS, entregarnos a una tarea, fluir con ella. Si es difícil para nosotros, ahí está una estructura que hemos de encontrar cómo construir.

Hemos de equilibrar nuestra vida.

Escribí una entrada sobre la motivación intrínseca en la que explicaba algunos aspectos relacionado con el hacer y desde dónde hacerlo.

LA VIDA COMO PURO CÚMULO DE EXPERIENCIAS Y LA SOCIEDAD DEL MOSTRAR TODO LO QUE HACEMOS

Redes sociales, noticias y modelos de ocio nos invitan a una inacabable carrera de actividades.

Recuerdo un anuncio de Iphone que empezaba con una chica alegrándose por un verano sin estudio en el que podría hacer lo que quisiera. Entonces el Iphone le proponía más y más tareas, ejercicios, proyectos, y ella iba siendo más y más feliz con eso. Ese es el espíritu de lo que pretenden que aprendamos. Así seremos consumidores más perfectos y trabajadores más productivos. Pero, ¿es sólo eso lo que define al ser humano?

Es más, ¿qué define al ser humano?

EL SER HUMANO: SENTIDO DE SU VIDA MÁS ALLÁ DE LA EXPERIENCIA. EXISTENCIA.

No voy a repetir los maniqueismos de Romain de nuevo para definir al ser humano.

Los seres humanos somos animales relacionales, emocionales e inteligentes. Y eso implica muchas cosas. Basta echar un vistazo a la pirámide de Maslow para comprender que el ser humano tiene diferentes escalones en los que realizarse y verse. Y algo interesante. Hay un sentido ascendente en esos escalones. Si nos faltan los de abajo no podemos ascender, pero tan pronto los tenemos, el ser humano busca elevarse en esa pirámide.

Añadiría algo. Los escalones básicos, las primeras necesidades, son fundamentales y necesarios. Y los superiores, relacionados con la autorrealización, consciencia, creatividad y existencia presente y consciente, son en alguna medida pragmática a veces inútiles para la vida, para la supervivencia y la productividad y el aprendizaje acumulativo. Y sin embargo, extrañamente, el que asciende a esos últimos escalones de la pirámide, si se ve obligado a descender, las necesidades básicas se vuelven pálidas e incluso carentes de sentido.

Puede ocurrir que el ser humano que asciende en su naturaleza, cuando la pierde, ya no desea vivir.

CUANDO LA IMPOSIBILIDAD DE AUTORREALIZARSE Y ALCANZAR LA EXISTENCIA CONSCIENTE NOS HACE ABSURDO LO ELEMENTAL DE LA VIDA

De la misma forma, mis pacientes poseen a menudo sus necesidades básicas cubiertas en lo primario. Pero les ha faltado el buen amor, un vínculo y poder autorrealizarse. Y desde esa perspectiva elevada pero dañada, de su pirámide, toda rutina, todo hábito, toda ocupación, se vuelve vacía e insípida. Para ellos, esa relación entre experiencia y existencia, encontrar el sentido de la vida, se vuelve difícil, pues repiten vivencias que les abocan a una existencia dañada, y les cuesta captar experiencias que introducir como vida consciente y plena.

Parte de la terapia es que recuperen su mirada de niños para ver la alegría del sol, del juego y la risa.

Los niños necesitan un guía, un cuidador, y ese es el papel del terapeuta. Acompañar al adulto, guiar al niño.

EXPERIENCIA FRENTE A EXISTENCIA: EN BUSCA DEL SENTIDO DE LA VIDA

Frente a la acumulación de experiencias hay que ofrecer la búsqueda de la existencia.

¿Cuál es la diferencia? Las experiencias son actividades, ocupaciones, momentos que nos pasan. A menudo son eso a lo que hemos llamado ocio, trabajo, reuniones. Otras, es un momento a solas en que algo está tramándose en nuestro corazón, se articula en nuestra cabeza. Eso, vagamente, son las experiencias.

Pero de todas ellas, sean millares o un puñado, sólo se convierten en existencia algunas, pocas en general. Sólo aquellas vivencias o hechos que atraviesan nuestro ser se incorporan a nuestra existencia. Si me estoy logrando expresar, estoy seguro que quien me lee sabe de qué estoy hablando. ¿Quién no ha vivido y experimentado algo que le «atravesó», que sintió auténticamente?

Pueden ser cosas muy banales. Por ejemplo, comerte ese resto de tortilla fría de tu madre al regresar de la playa. Inexplicablemente, es el que mejor sabe, porque en él se resume de alguna forma las risas, los baños, el día de sol. De todo el día de playa, puede parecer el momento más pobre, la foto más cutre para instagram, y sin embargo, es cuando nos invade esa experiencia. Otras es un momento trascendente que logramos sentir plenamente. Todo se abre por dentro en nosostros. Es como si estuviéramos poseídos. Cuerpo – emoción y mente se aúnan, armónicamente.

En mi entrada PERFECT DAYS os hablaba de una película que, precisamente desde las heridas de la vida, pone en relieve la existencia en una apuesta desnuda y admirable por el ocuparse y la contemplación de la belleza (con la música y la lectura).

No estamos aquí para acumular, puesto que nada va a permanecer. No estamos aquí para aprender sin más, en un ascendente progreso (aunque sea una función y un camino de autorrealización). Estamos aquí para existir. Para tener una existencia humana, que requiere sentir, comprender y ver, todo ello inmerso en el brillo de una estrella que es la consciencia plena.

Entre experiencia y existencia, en busca del sentido de la vida, hay una relación, pero no es de equivalencia o igualdad.

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