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HIPERPATERNIDAD Eva Millet.

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La periodista Eva Millet desarrolla en este libro lo que podemos considerar un verdadero problema sociológico, un mal del tiempo: la excesiva protección y atención sobre los niños, una hiper-expectativa sobre sus vidas y su protagonismo y felicidad junto con una protección y cuidado que les impide desarrollar la autonomía y la sensación de competencia.

Tal vez un fallo de este libro es polarizar y ejemplificar con casos extremos en este tema. Esto puede hacer que la mayoría de los padres se sientan fuera del problema, cuando tal vez la intención de la autora es a través de esa caricatura exagerada, pero real, poner en aviso y en guardia a los progenitores.

La educación y crianza de los hijos ha transitado del modelo “mueble” (underparenting, es decir, no prestarles excesiva atención a los hijos, inculcarles que no molestaran y se hicieran cargo de sí mismo y supieran comportarse) al modelo altar (hiperpaternidad; donde los niños son los reyes y protagonistas, son el centro de las conversaciones y el centro de los encuentros y actividades, una constante preocupación)

Padres-helicópteros (sobrevuelan sin descanso la existencia de sus retoños), apisonadoras (allanan el terreno para que los hijos no encuentren dificultades), padres-chófer (pasan el día llevando a sus hijos a actividades (escolares, extra o de fin de semana)), ultrasufridores (quieren evitar a toda costa accidentes y daños (muy presente en el mediterráneo)) y hasta los padres-bocadillo (que corren con el bocadillo en la mano por el parque y las calles tras ese hijo que los ignora mientras juega)

La verdadera y esencial trama dañina de este modelo está en vivir y hacer creer a los niños que son especiales, únicos, en hacerlos protagonistas del universo y al mismo tiempo atenderlos y cuidarlos sin permitirles desarrollar autonomía y un adecuado enfrentamiento con la frustración. Esto es una polaridad (soy grande e importante, pero no sé hacer casi nada en realidad y me frustra además enormemente cualquier inconveniente, por no hablar de los miedos). Es una encrucijada casi se diría que perversa, ésta en la que se sitúa a los niños con este modelo cultural de crianza, muy extendido y en el que en alguna medida podemos vernos reflejados como padres casi todos.

Criar niños con derecho a todo, aunque no hayan movido un dedo para ello, lleva al narcisismo y la autocomplacencia excesiva, a la frustración e infelicidad. Progresivamente en la adolescencia emergen más y más los problemas de depresión, trastornos de ansiedad y psicosomáticos, además de abuso de estupefacientes y conductas límites.

Tanta presión y a la vez tanta intervención lleva al terror al fracaso y perder la oportunidad de cometer errores, aprender de ellos y de la frustración que supone cometerlos (entenderse con esa frustración). Y lo peor de todo, consecuencia de esto: perder la oportunidad de tener una vida plena y feliz.

 

You are not special   David McCullough (interesante discurso de un profesor de instituto en EEUU sobre el hecho de que creamos que nuestros hijos son especiales y únicos)

https://www.youtube.com/watch?v=USgBvQR8DOc&t=8s

Gestionando hijos (Capdevilla): un divertido vídeo sobre recuperar el sentido común a la hora de criar nuestros hijos.

https://www.youtube.com/watch?v=dd_z-pnGKaU

De recomendada lectura para reflexionar y mejorar nuestra educación y la manera en que nos relacionamos con los hijos, apunto algunos ítems interesantes a tener en cuenta que el libro, fácil y entretenido, desarrolla y son posibles soluciones:

  • Hay que valorar más el esfuerzo que los resultados.
  • No profesionalices la paternidad, ni llenes la agenda. Que criar a los hijos se algo más natural y libre.
  • Todos nos equivocamos, los padres también, es natural meter la pata: relax.
  • Una parte de educar es soltar la cuerda, que construyan autonomía.
  • Sea coherente con la edad y capacidad de su hijo y decida por él cuando toca, demasiadas preguntas demasiado pronto confunden y dispersan además de no hacer fácil el día a día. El niño no necesita ser consultado a cada paso, sino guiado.
  • Reflexiona con cuidado que en muchos problemas de nuestros hijos observarlos sin intervenir es a menudo una clave para que se solucione solo. E intervenir y crear alertas a cada paso una forma de crear problemas a cada suspiro.
  • Instale en algún momento en la vida de su hijo algo de aburrimiento, es clave para aprender a frustrarse, y para generar la creatividad más genuina.
  • Cree una responsabilidad del niño en casa con las tareas domésticas, es uno de los mejores garantes de la implicación y consciencia de su hijo de las obligaciones y trabajos que la vida implica.
  • Que jueguen como se ha jugado siempre, físicamente, interaccionando e inventando. Si los niños siempre han querido jugar es por algo, así aprenden todo lo necesario de la vida y las tecnologías son un medio nuevo y artificial que no permite desarrollar muchas de esas cosas necesarias: frustración, manejo de la agresividad, expresión corporal, etc…
  • No seas mayordomo de tu hijo, que haga sus cosas hasta donde su capacidad llegue, que se responsabilice de tanto como pueda en casa, sobre todo de lo suyo. Ropa, orden, cocinar, higiene…
  • Que asuman riesgos y situaciones propias de la infancia (dentro de lo lógico claro). Entrénalos para superar sus miedos y que sepan enfrentarse a ellos.

 

En tiempos de cambios y grandes complicaciones, en la “modernidad líquida” (Zygmunt Bauman), hemos creado un paradigma para educar a nuestros hijos que fomenta la ansiedad, el miedo y no pone límites.

 

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