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Sobre mi vida y la paternidad:

Una vez, hace más de 40 años, te pregunté por qué mi primo era tan fuerte. Yo era un niño y me lo explicaste, me explicaste qué comía mi primo, qué hacía. Y yo te escuchaba y entendía qué necesitaba para ser hombre. Sentía miedo y excitación por esa aventura. Y a la vez, también sentía algo que necesitaba mucho de ti: qué me llevaras por ese camino, que me enseñaras a ser un hombre. Ahora me doy cuenta.

paternidad

Nuestros caminos no han estado muy unidos. Ha predominado la ausencia. Eres mi padre y te reconozco. Y aprecio en mi memoria las huellas de tu presencia, son escasas, están ahí.

Otros recuerdos son de cuando venías de la mar y cenábamos en susurros en la cocina. Contabas y hablabas con mamá y yo permanecía sentado con vosotros. Porque yo soy el mayor y el primero y tuve ese sitio. Al día siguiente mamá me levantaba temprano y me vestía para salir contigo al muelle. Desayunábamos en un bar e íbamos a tu barco. El mundo me resultaba extremo, intenso. Esos bares olían a tabaco, alcohol y callos endurecidos por el salitre. El muelle estaba lleno de redes secas y maromas rasposas, tu barco olía profundamente a pescado y al aceite de las máquinas con las que trabajabas en lo profundo de aquella nave, al frente de los motores. Pero luego en tu camarote sacabas de debajo de la cama un trozo grande de tela envuelto y lo abrías y estaba lleno de cowboys e indios, algunos caballos, un bisonte rojo e incluso había una canoa india de plástico que siempre estuvo vacía.

puerto pesquero

Una noche en uno de esos barcos vigilaba el abuelo, ya jubilado, y mientras charlabais y bromeabais me puso un tazón de metal con café negro y pan para mojar en él. Y yo comía ese pan oscurecido y os escuchaba y miraba el barco; y mi corazón envenenado por primera vez por la cafeína latía con fuerza y ritmo. El mundo era algo extraño, grande y duro. Soy parte de esa cadena de hombres, ahora lo veo.

Lo que siento ahora que tu vida tal vez esté de pronto muy cerca de su borde es que he de reconocerte, y que así algo descansará y quedará tendido en un lugar profundo que compartimos, y que es extensible a otros hombres. Pues donde la sangre corre no sólo hay un doble sistema de circulación, como me enseñaron en la EGB, sino uno triple, que habla de una misma sangre y un origen y una raíz. Tú eres mi padre y yo soy padre a la vez. Y este es mi mayor afán posiblemente. Yo tengo un hijo, y es hijo de tu hijo. Y en ese baile o recorrido entre ser hijo y ser padre, está parte de lo que hace a un hombre.

Te quiero, padre.

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Terapia, paternidad y algunas novelas sobre el tema que me han marcado:

De las cosas básicas que aprendí en sistémica una es que el hombre pone al hijo en el mundo. La labor esencial de una madre es darle al hijo algo como un «huevo emocional». Una madre no sólo gesta y pare a sus hijos, sino que también los funde como el metal, con la amalgama y el calor del amor incondicional. Dice Peterson que es muy difícil sobrevivir a la falta de un padre, pero que nadie sobrevive a la falta de una madre, es imposible.

Así que el padre pone al hijo en el mundo, o ese es su trabajo.

padre hijo

En todos los fallos y costuras rotas de este trabajo nos toca empeñarnos de adultos. Y equilibrarnos y amarnos y protegernos para acompañarnos hacia la realización y la felicidad.

En no más de unos 7 años, desde mi divorcio, he encontrado un número de libros que tenían por temática la paternidad. Algunos de esos libros, todos me han parecido muy valiosos, se desgarraban o abrían en canal un secreto que nos funda y nos hace adultos: la figura del padre y lo que apela a nosotros como personas.

El proceso de convertirse en persona tiene una relación estrecha e íntima con la paternidad. La superación del dolor, de la ansiedad, del daño, requiere un padre (al menos una figura de padre). Yo me siento en alguna forma figurada, pero real, algo padre de muchos de mis pacientes. En mi presencia y trabajo con ellos hay un afán de sostener sobre mis débiles brazos sus vidas y miedos, alentar sus corazones, animar sus vidas, comprenderlos, amarlos y aceptarlos; infundirles desde ahí el valor de que sí pueden.

llamazares

En Las lágrimas de San Lorenzo Julio LLamazares escribe sobre un padre ausente y sin raíces que regresa a donde están las que pudieron ser. Y a su hijo. Y desde la paternidad y la adultez vive la presencia y reflexiona y comparte para crecer estando. Para asentar un vínculo y así sentirse y sentir a su hijo. Un maravilloso libro donde la naturaleza es un protagonista más.

Tiempo de vida es posiblemente el libro que más me ha impactado y sorprendido. Abrirse así en canal, mostrarse, es algo que me conmueve y afecta, que me llega hasta las entrañas. En este libro, Marcos Giralt Torrente convierte en ficción su propia vida, es un relato real (uno de los géneros más apasionantes). En él nos relata un tema clásico: la muerte del padre. Pero aquí es un tema humano, íntimo. Donde además este padre ausente en su final se vuelve toda una revelación de la necesidad de esa figura. Crudo y sin embargo profundamente emotivo, este libro es una joya literaria. Giralt Torrente se construye como hombre y se forma en esta experiencia. Hay autenticidad. En su historia no hay ni homenaje ni ajuste de cuentas sino un intento de entender la relacitiempo de vidaón más compleja que existe entre dos personas.

He leído también recientemente OrdesaConmovedor en su exposición, que ya inauguró Giralt Torrente, Manuel Vilas muestra un relampagueo de la memoria y una verdadera construcción y cuestionamiento y afirmación de la identidad sobre la figura y la memoria de los padres. Es una guía de memoria para ver nuestros orígenes y desde ahí comprender al vernos y leer nuestra biografía qué somos y qué justificamos en ello.

En La isla, Giani Stuparich, un padre enfermo pide a su hijo que le acompañe a la isla donde nació. Será la última vez. La muerte del padre, la memoria y la presencia. La despedida y la conversión del adulto. A veces el último paso del adulto en su formación es ese: la muerte del padre. Conmovedor, medido, real.

En Te me moriste Jose Luis Peixoto nos hace el duelo, a veces desconsolado, da voz al dolor vivo por la pérdida. Es el libro de la perdida pura e inmediata y el canto del dolor a la muerte del padre. Por momentos desgarrador.

¿Qué libros, qué historias conocéis sobre la paternidad y sobre hijos frente a padres y padres frente a hijos? ¿Sobre la muerte, la vida, la pérdida y la existencia en este tema?

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