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LAS OCHO MONTAÑAS, LA VIDA, LA SOLEDAD Y LA AMISTAD

La montaña como metáfora de la vida.

Tabla de contenidos

Venir ahora a hablaros de esta película, este libro, LAS OCHO MONTAÑAS, es venir a hablaros de la vida, la soledad y la amistad. Mi amable y genial director de marketing me dice que no me salga del tiesto y escriba en torno a la temática que estoy trabajando: el CAMBIO, los MOLDES MENTALES, la utilidad del MINDFULNESS, la importancia del DARSE CUENTA

Pero la cabra tira al monte, y el monte en este caso son LAS OCHO MONTAÑAS (¿Esto es un juego de palabras o un chiste malo?)

La película las ocho montañas, la vida, la soledad y la amistad.

EL DESCUBRIMIENTO DE LA PELÍCULA

Descubrí LAS OCHO MONTAÑAS en casa de un amigo. No podía ser de otra forma, pienso ahora, ¿Dónde si no? Tengo un amigo que no pierde oportunidad para enseñarme otros mundos, otras visiones, otra manera de vivir, pensar, sentir. Ese amigo es un amante del cine, y nos pusimos, con su mujer, a ver esta película. Pronto, lo que aquella película iba contando empezaba a mover dentro de mí algo muy profundo. De alguna manera, es la magia del arte, aquella película contaba su historia y me contaba a mí.

Los glaciares han congelado el tiempo, sus nieves son seculares.

En la película salen glaciares, esas lenguas de nieves perpetuas. Y en el libro dice sobre las nieves que se deshielan, los glaciares que son nieves perpetuas y la vida: «el verano borra los recuerdos igual que derrite la nieve, pero el glaciar es la nieve de inviernos muy lejanos, es un recuerdo de invierno que no quiere ser olvidado«. Esta película y esta historia me ha puesto en contacto con ese glaciar interno, mi propio glaciar. Ese lugar donde guardo recuerdos y sentimientos que no pueden ni quieren ser olvidados. Subir con la película hasta ese lugar ha dolido, pero me ha puesto en contacto con la vida profunda, real, sentida. Esa vida es la única que puede llamarse así, aunque duela tanto como quema la nieve cuanto tratas de atraparla en tus manos.

La película las ocho montañas, la vida, la soledad y la amistad.

LA VIDA (el sentido de la vida) Aquí puedes llegar hasta mi podcast.

LAS OCHO MONTAÑAS nos habla a través de la historia de PIETRO y de la amistad y el encuentro con la vida. También de la paternidad, la memoria, y la necesidad de recorrer los pasos del pasado para caminar hacia el futuro. Somos seres históricos, les digo a mis pacientes, nos acompaña a todos una historia. Por eso a veces hay que ir hacia atrás para caminar hacia adelante, no sé si se me entiende. Recuperar, reescribir nuestra historia, es encontrar un sentido para nosotros. Saber nuestra historia permite que podamos atesorar lo que es realmente válido en la memoria, para decirnos de verdad que hemos vivido.

La paternidad vivida es algo que elaboramos al convertirnos en adultos.

«He comprendido que había tenido a dos padres: el primero era el extraño con el que había vivido veinte años, en la ciudad, y roto los puentes otros diez; el segundo era el padre de la montaña, el que apenas había intuido y sin embargo había conocido mejor, el hombre que iba detrás de mí en los senderos, el amante de los glaciares. Este otro padre me había dejado una ruina para que la reconstruyera. Entonces decidí olvidar al primero y hacer el trabajo para recordarlo a él.«

Esto, queridos lectores, es toda una narrativa terapéutica. Escribir sobre nuestro pasado para explicarnos y desarrollar en nuestro presente continuo un decir que nos habla. Un decir que nos señala lo que somos y hacia donde vamos. Todo está indisolublemente atado en una lógica que hemos de vivir. No conocer nuestra historia para saber qué hemos de vivir, es estar perdidos. Alcanzar la plenitud es esto. Es aquí donde pasado, presente y futuro se unen, se sueldan, y lo que resulta de esa fusión es nuestra vida. No somos un aquí y ahora, sin pasado ni memoria, sin futuro hacia el que proyectarnos. Somos este proceso en que nos entendemos con todas las dimensiones de nuestro tiempo. Para eso somos capaces de percibirlo así (pasado, presente y futuro) para hacer algo con ello. Fusionar el tiempo es lograr la máxima expresión de la vida.

Todos, si buscamos hacer una vida de verdad, nos sentimos perdidos. Como perdido me he sentido yo recorriendo las escenas de esta película. Me he sentido solo, triste, herido. He sentido que la vida es algo que nos supera. No podemos cumplir todas las promesas que nuestra inocencia es capaz de formular.

Viendo esta película he sentido dolor y vergüenza por cómo he traicionado tantas veces al niño puro, alegre y soñador que yo era.

Y sobre todo, al seguir esta historia, me ha atravesado mi propia historia, la de una amistad perdida, y unos destinos que parecían tejerse y enlazarse entre la película y mi propia vida y la de ese amigo.

Esa, hay que decirlo para reivindicarlo, es la principal naturaleza del arte: permitirnos encontrar historias que nos hagan preguntas, que nos den un sentir y un significado. Porque sentimos tanto y de tantas formas que estamos llevados por ese torrente a desbordarnos. Es justamente cuando nos preguntamos: ¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento así? ¿A alguien alguna vez la ha ocurrido algo similar? ¿Alguna persona se ha sentido como yo? Todas esas respuestas están en las historias que el arte nos trae. Os recomiendo ver este short en que Ethan Hawke nos lo dice de una forma maravillosa.

La vida no sé cuántas veces es algo que simplemente nos pasa, sucede. Otras, sin embargo, nos atraviesa. Como dice esta historia: «a veces uno se enfada con el cielo porque el verano dura solo un instante«. Realmente la vida es una obra de teatro que nos vemos empujados a representar. Pero es una obra difícil, angustiante a veces, porque no se nos permite ensayar el papel, no hay texto que leer. Estamos en el escenario y hemos de representar nuestra vida. No hay posibilidad de rectificar lo que sucede, puesto que pasa y ya es parte de lo que uno ha vivido para siempre.

La película las ocho montañas, la vida, la soledad y la amistad.

LA AMISTAD

LAS OCHO MONTAÑAS nos cuenta la historia de PIETRO, y la de su amistad con BRUNO. La relación entre ellos, y el amor de ambos por la montaña desde diferentes perspectivas vitales. Esto queda explicado con una leyenda Nepalí que Pietro conoce visitando el Himalaya.

En esta leyenda el mundo es una circunferencia. En el centro de esa circunferencia hay una gran montaña, el SUMARU. Es el monte central de la existencia. Alrededor de la circunferencia hay ocho montañas, rodeando al Sumaru. Los nepalíes se preguntan: ¿Quién habrá aprendido más de la vida? ¿Aquel que ha subido al Sumaru o aquel que ha recorrido las ocho montañas?

Creo que esta leyenda, y la película, nos hablan de encontrar un sentido a la vida. Hay en esta historia dos destinos que se acompañan treinta años, pero no llegan realmente a tocarse. Eso es algo que pasa y creo, por mi propia historia y por lo que la vida es, que no consigo entenderlo con suficiente aceptación. No he llegado a ese punto. Siento aceptación a veces, pero otras, siento tristeza, incluso dolor.

Algunas personas viven su vida subiendo directamente al Sumaru. Sienten saber a qué han venido, se han encontrado con su destino, con su deseo, con su sentido. Y se ponen a realizarlo. Otras en cambio, han de subir las ocho montañas, una a una, porque no saben cuál es ese destino que les toca y han de realizar. Como en la película pasa con Pietro, creo que yo soy de esos que están recorriendo sus ocho montañas, buscando ese camino y encontrando, según avanzo, un sentido para mí. Mi amigo, al igual que el de Pietro, fue directo a por el Sumaru. Y como Bruno, el amigo de Pietro, y hasta donde yo sé, no lo logró. Quiero creer que eso es lo que nos ha separado, trato de explicármelo así.

Pero lo verdaderamente importante no es si mi amigo o Bruno lo lograron. Lo que atraviesa esta historia y se inscribe en mi corazón, con mi propia experiencia con mi amigo, es la infinita belleza de haber conocido alguien así. Alguien tan puro, tan salvaje, alguien con una mirada gélida y a la vez ardiendo en sus entrañas. Creo, me doy cuenta ahora al escribiros estas frases, que siempre llevaré esa admiración, ese sentir, en mi corazón.

Aunque queda otra cosa, que creo es común a todos los que queremos y perdemos: ¿Adónde se va el cariño que tenemos a alguien cuando este desaparece? No lo sé, para cada uno será de una forma. En mi caso sé que permanece en mí, se queda por ahí, tiene su voz propia, y me acompaña.

Algunas personas, por diversos motivos, no estamos hechas para olvidar. Aferramos y hacemos parte nuestra aquello que vivimos. En mi caso, sé que es el dolor que he vivido lo que me hace amar tanto la vida. Cada vez, cuanto más viejo soy más me pasa, amo más la vida, llego a sentir y empatizar más profundamente – por momentos – con las personas. Por eso me siento tan privilegiado de mi trabajo. Es donde tengo esos momentos con más frecuencias, instantes donde estoy solo con alguien, escuchándolo, acompañándolo en su historia. Me duele lo que le duele, y a la vez, es extraño, pienso: ¡cuánta ternura, cuánto corazón, cuánta vida! ¡Qué hermoso es!

Al final es muy simple, como el título de aquella película: Qué bello es vivir. O aquella otra: Life is a beautiful! O la canción del Kanka.

La película las ocho montañas, la vida, la soledad y la amistad

LA SOLEDAD

La soledad es primero el encuentro con uno mismo, sin él es imposible alcanzar lo otro.

Entenderse con la vida y con estos encuentros y los demás resulta imposible sin un verdadero entendimiento con un elemento profundo, lleno de sabiduría y quietud, que a muchos cuando llega les aterroriza y destruye: LA SOLEDAD.

Dice Pietro de la soledad: «Lo que debía proteger en mí era la capacidad de estar solo. Había necesitado tiempo para acostumbrarme a la soledad, para encontrar un espacio donde poder acomplarme y sentirme bien, sin embargo, la relación con ese espacio seguía siendo difícil«.

La soledad madura es el vacío del yo, la comprensión de quiénes somos, diluidos en un todo.

La soledad es el camino, el otro es parte de la cumbre de esas montañas a las que subimos. Todos estamos en esa posibilidad del encuentro, de compartir, de amar. Todos estamos comprometidos, lo queramos o no, con nuestro camino y nuestro ascenso a las cumbres, para poder vivir, para llegar a vivir, para completar un sentido o una experiencia que nos hable como un susurro. Tal vez sea un susurro que nos acune, al final del todo.

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